Disponiendo pues, en nuestro idioma de las mismas dos voces que en inglés, e igualmente precisas y breves, nada más lógico y hacedero que componer la palabra «balompié», cambiando en m la n del balón por la misma regla ortográfica que se sigue en ciempiés, sambenito, el apellido Sampedro, etc., etc. Las malas condiciones físicas en las que estaban todos, la noche cerrada, la gran cantidad de nieve caída y la fuerte tormenta que no cesaba hicieron imposible la tarea de acarrear a los dos hombres hacía el pequeño refugio o encender un segundo fuego, y todo lo que pudieron hacer fue cubrirlos con ramas esperando que pudieran aguantar la noche.