La temporada siguiente (1960-61) el entrenador Baltasar Albéniz pareció devolver la tranquilidad a la Real que no pasó ningún apuro clasificatorio. Además al bajar la Real a segunda, arrastró en su descenso al Sanse, que paradójicamente había realizado una brillante campaña en Segunda. El descenso produjo una espantada de cerca del 40% de los socios, lo que disparó el déficit del club.