El desnudo griego era a la vez naturalista e idealizado: naturalista en cuanto a la representación fidedigna de las partes del cuerpo, pero idealizado en cuanto a la búsqueda de unas proporciones armoniosas y equilibradas, desechando un tipo de representación más real que mostrase las imperfecciones del cuerpo o las arrugas de la edad. Desde una composición más esquemática en la época arcaica, el estudio del cuerpo fue evolucionando hacia una descripción más pormenorizada del esqueleto y los músculos, así como del movimiento y las distintas posiciones y torsiones que puede realizar el cuerpo humano.